La fortuna, de Michael McDowell.
Penúltimo libro de la saga y, si no me
equivoco, el que más avanza en lo que nos quiere contar de fondo Michael McDowell,
el que más profundiza en la línea argumental que ha servido de lienzo a toda la
pintura de los Caskey. La riada y La lluvia, los títulos de los
libros que abren y cierran la saga subrayan la composición en anillo —que, por
cierto, me recuerda a la confluencia de los ríos Perdido y Blackwater: apuesto
a que el final serán espirales igual de turbulentas—. El protagonismo, a veces
de fondo y muchas más en primer plano, del río Perdido en este quinto volumen
nos lleva a ello. “Agua que al agua lleva, lluvia que nos inunda, río que
nos eleva”, decía una antigua tonada popular.
Y es que no perdamos de vista el nombre de la
saga, Blackwater. Aquí lo que importa es el río, y Michael McDowell toma
de sus aguas la inspiración para el argumento y su estilo.
En cuanto a la trama, el curso de los Caskey
ya nos ha llevado desde sus manantiales en Roland y su cauce principal, Mary
Love, hasta tres generaciones posteriores, ramales que comienzan con poca agua,
pero que ensanchan sus caudales erigiéndose en verdaderos ríos: Sister teme convertirse
en una sosias de su madre; Miriam tiene toda la fuerza de Elinor; Frances, toda
su naturaleza; y los que vendrán perpetuarán la estirpe.
¡Y qué extraño se le hacía ahora ir de nuevo en
busca de aquel abrazo, entrar en el agua para que Nerita la sorprendiera quizás
echándole sus pequeños brazos lisos alrededor de su cuello, o acercándose a su
rostro con aquellos ojos tan separados!
En cuanto a las lindes de los ríos, sus
parejas, embellecen las riberas, pero no modifican su fluir: ya hemos tenido a
Early Haskew, que no aportó mucho a la familia, y aquí cobrará importancia
Billy Bronze, que, aunque sí juega un papel importante en la empresa, en los
momentos vitales es relegado al segundo plano que siempre juegan los hombres en
la familia Caskey. A este respecto sendas escenas de éste y de Malcom con
Miriam ilustran a la perfección el valor de los sentimientos y la importancia
de la parte masculina: quedan bien a su lado, pero quienes lleva el agua son
ellas.
En cuanto al estilo, McDowell ya nos tiene
acostumbrados a que las aguas fluyan apacibles, como cuando estamos ante un río
y si no fuese por el ruido, no sabríamos si estamos ante un remanso o una
pintura: es parsimonioso en las descripciones de acontecimientos, dúctil en los
diálogos, elegante en las transposiciones temporales… Hasta que llegan los
rápidos; entonces te sorprenden las acciones explosivas, como el estruendo del
chocar de las aguas contra las rocas, el efecto de las frases no esperadas, la
acción impactante en la que no se demora para que el golpe sea mayor, como el
de la caída de las aguas en una pendiente, antes de volver a la paz.
Ahora bien, sí nos sorprende McDowell en La
fortuna cuando estas explosiones no se dan en momentos turbios,
escalofriantes, como suele pasar en el gótico sureño americano en general, y en
los anteriores libros de la saga en particular; se reservan para dos momentos
felices, o si no felices, sí deseados. Los momentos fundamentales de la vida.
Con todo, estoy deseando que, en el último
volumen de la saga, McDowell desate la tormenta en Perdido y en su estilo. En
este descenso por la corriente de Blackwater vamos cada vez más raudos a
la catarata final.
Información de la contraportada:
“Como un organismo vivo, el clan Caskey crece
y se transforma. Mientras unos tendrán que enfrentarse a la muerte, otros serán
bendecidos con la vida. A través de acercamientos inesperados cambiarán las
relaciones y el odio, finalmente, quedará enterrado. Miriam dirige ahora el
aserradero familiar y saca buen rédito de sus gestiones. Todo Perdido celebrará
un sorprendente u milagroso descubrimiento, pero ¿servirá de algo la repentina
fortuna cuando la naturaleza empieza a reclamar lo que es suyo?”
Datos técnicos:
Blackwater: La fortuna (Blackwater: The Fortune).
Michael McDowell, 1983.
Editorial: Blackie Books, 2024.
Traductor: Carles Andreu.
Ilustrador de portada: Pedro Oyarbide & Monsieur Toussaint
Louverture.
Rústica. 11 x 16,3 cms
Número de páginas: 272.
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