La cinta Duncan, de Todd Keisling.
El suicidio acojona. Es el verdadero
terror. Si no lo crees, mira los números y estadísticas de cada año por sexo,
franja de edad o país, cómo van aumentando. Busca qué lugar ocupa entre las
causas de muerte, pero investiga bien, y comprobarás cómo todo lo que sabías sobre
él es poco y cómo, por mucho que no lo creas, el suicidio sigue siendo un tema
tabú.
Lo he vivido de cerca dos veces:
amigo y familiar. Ya no es sólo lo que los hayas visto (o no) sufrir, lo que (pienses
que) ellos hayan sentido durante tanto tiempo antes de llevarlo a cabo, además
de lo que tu hayas podido hacer y no has hecho, tus renuencias verlo, pasar
tiempo con él, a implicarte en su caso; cuesta, te salpica, te roba las
energías; «ya iré a verle cuando mejore, cuando esté más tranquilo, con más
ganas de hacer cosas», piensas y te justificas. No, no es únicamente eso, si
piensas que podrías estar en su pellejo, en ese sufrimiento continuo, en esa habitación
con una única salida, empezarás a notar las palpitaciones y el sudor frío; si
eres obsesivo, entonces, ojo. Este es el verdadero terror.
«Existía algo en el vídeo que
no éramos capaces de discernir, solo lo sentíamos dentro de nuestras entrañas y
de nuestros corazones, igual que un escalofrío recorre tus huesos y nunca te
abandona.»
La cinta Duncan, de Todd
Keisling, disfraza bajo novelita de terror a lo que puede llevar la depresión y
la ansiedad si no se busca ayuda y uno se encierra en esa idea. No hace falta
el epílogo, donde el autor confiesa lo que de autobiográfico hay en ella, para saber
que en la cara del congresista Benjamin Hardy III, aquella que, recién
disparada, se les ha clavado en la mente a los chavales que se han descargado
el acto por error, y no les mira pero sí, congelada justo tras morir, y que se
les va apareciendo a lo largo de los años, en unas épocas con más intensidad en
otras con menos, tanto en la vigilia en los cuerpos de sus padres, sus
compañeros, sus profesores, como en las continuas pesadillas que tienen; no
hace falta el epílogo, digo, para saber que esa cara no es la del político,
sino la de su misma depresión, la del mirarse al espejo, la de decirse cada día
que está enfermo, agotado, que nada saldrá bien, que no vale nada. Día tras
día. Cada vez peor, más cansado, con menos fuerzas, sin recursos.
«Le respondí que lo haría, y
me besó en la frente. Minutos más tarde, cuando ya se había ido, me contuve
hasta que vi salir su coche del aparcamiento. Las lágrimas llegaron primero y
los temblores, un poco más tarde. Recuerdo aquella mañana tan bien porque fue
la primera vez que me aterroricé de verdad. Lo había visto antes, claro, pero
verlo de nuevo me trajo la certidumbre de que nunca me abandonaría. Esa
certidumbre alimentó una desesperanza que no había experimentado antes. ¿Qué
chaval comprende en su totalidad la inevitabilidad de la muerte? Yo no, no
entonces.»
El miedo a hablar de él, al que
consideran un fantasma, un espíritu, es el mismo que teníamos los que éramos chavales
a principios de los noventa a decir que íbamos al psicólogo o el acojone que
teníamos a los que estaban «locos» en nuestra calle (yo viví mi niñez en una de
apenas doscientos metros, con casas levantadas por los propios vecinos, y me
avergüenzo ahora de cómo me asustaba y rehuía a Josefa, una pobre mujer que
apenas salía de su casa, que se asomaba a su ventana y cuya mirada sonriente,
pero ida e inane, me producía repelús).
La originalidad de la novela es
presentar al suicida como una auténtico asesino de slasher (para sus características,
lean Mi
corazón es una motosierra, de Stephen Graham Jones, también en Carfax), con
su propia sed de venganza, pero ¿de quién y porque qué? De todos aquellos que lo
han visto, por morbo, por curiosidad, por atrevimiento o porque la web es así y
ahí estaba; por empatía hacia otros que fueron ignorados, dejados de lado, sin
ayuda y con una única salida. ¿Qué haces cuando el asesino está muerto? ¿Cuando
tú eres el que te matarás? ¿Cuándo te encontrarás con él al Otro Lado para toda
la eternidad?
La cinta Duncan es el
sexto volumen que saca La biblioteca de Carfax en su colección Deméter, aquella
dedicada a novelas cortas y que se distingue de la línea principal por su
tamaño y por no contar con su ilustrador de referencia, Rafael Martín Coronel,
sino encargárselo a otros. Hemos de confesar que Las editrices, S. L., pueden
enorgullecerse de tener tan buen gusto en la selección de títulos como en la de
artistas de sus cubiertas: Tomás Hijo, Sequeiros, Ana Juan, Kim Martín Humphrey
o Mariñe Pérez ilustraron las anteriores; en esta ocasión es Ana Galvañ, que se
aleja de su estilo geométrico, para darnos una portada donde el color que sale
de la pantalla de la tv, copada con la cara de Hardy mirándonos directamente, y
la oscuridad en que están los chavales en su grisácea posición de espaldas clavan
el sentir de la novelita.
La traducción corre a cargo de una
habitual de esta colección y de la editorial, Shaila Correa, que nos hace
llegar con fluidez toda lo inmediato de los diálogos y pensamientos de los personajes.
Chapó para ella.
Puede que no sea el mejor libro
de la colección Deméter, pero te puedo asegurar que, si has vivido de cerca el suicidio
o si tienes ciertos rasgos obsesivos, la angustia está asegurada. Si no, lee el
epílogo del propio autor y lo que sufrió escribiéndola.
Información de la contraportada:
«Lo único que
quieren Robby y sus amigos es descargarse algo de porno un viernes por la
noche, como cualquier adolescente. Pero a principio de los 90, las descargas no
son del todo fiables, y terminan viendo el suicidio televisado de un político.
A partir de este momento, el hombre muerto de la cinta los acosa sin descanso,
se les aparece en sueños y les tienta con la idea de morir. Solo buscan
librarse de él, pero se darán cuenta de que han emprendido un camino del que no
hay retorno.»
Datos
técnicos:
Scanlines.
Todd Keisling, 2020.
Editorial:
La
biblioteca de Carfax. Septiembre 2024 (Las Editrices, S.L.)
Prólogo:
Max Booth III.
Traductor:
Shaila Correa.
Ilustrador
de portada: Ana Galvañ.
Rústica
con solapas. 12 x 18 cm.
Número
de páginas: 160.
PVP: 17,50€.
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