Cada vez que quedamos en la heladería, te explota la puta cara, de Carlton Mellick III

 


Carlton Mellick III es el puto Samaniego del bizarro, el Esopo del siglo XXI; de las obras traídas al español por Orciny Press, La casa de arenas movedizas es una fábula sobre la infancia; Bicho hambriento, sobre las adicciones; y Matrioshka, acerca de las relaciones. Su última publicación en España (la original estadounidense se publicó en 2016), Cada vez que quedamos en la heladería, te explota la puta cabeza, reincide en este último tema, pero si en aquella se trataba de la entrada en el matrimonio y de la aceptación de las distintas capas que tiene toda persona, esta última aborda los inicios explosivos de la primera relación y la aceptación de los sentimientos y emociones propias.

Al igual que un griego del siglo VI a.C. no se extrañaba al oír hablar de animales que actuaban como humanos, Mellick hace que lo de menos sea que una chica tenga la cara remendada a parchetones porque le explote la cabeza o que tenga arañas enmarañadas por el pelo o balanceándose desde sus axilas. En este sentido, por seguir con las referencias clásicas, tenemos en él al Ovidio metamorfoseador contemporáneo.

A mí, como lector, lo que me llama es sentirme identificado con los personajes y ¿Quién no podría hacerlo cuando de lo que se está hablando es de la primera pareja? La que llega en esos años en que incluso desconocemos esa etiqueta social, esa en la que buscamos al mejor amigo con el que compartir juegos a los que no habíamos jugado nunca, cuyas reglas no conocíamos, que no tienen fin.

Así, es imposible no verse reflejado en Ethan o en Telaraña. Todos hemos sido los raros o nos hemos sentido apartado del resto por algún motivo. Los míos, escuchar rock and roll en lugar de pop y leer en lugar de jugar a videojuegos; el de Telaraña, que le explote la cabeza cada vez que las emociones le alteran y el de Ethan, enamorarse de ella; nada mejor que la compañía en el desclasamiento.

Incluso imaginaba que iba a ser explosivo, pero no de manera literal. Ha sido macabro y doloroso. Pero, no sé por qué, no me arrepiento. Hasta el momento de la explosión, todo era mucho más agradable de lo que me esperaba, incluso con sus labios llenos de puntos. Creo que amo de verdad a Telaraña. Soy incapaz de soltarle la mano por mucha piel que le falte en la cara.


Con la ligereza de estilo que tiene Mellick —este hombre parece que escribe como si estuviese hablando, y lo confirma la rapidez con que empieza y termina una novela y lo ingente de su bibliografía—, pasas las páginas y no te enteras de que está hablando de lo excitante de las primeras reacciones de tu cuerpo al roce del otro, de las de tu mente conforme avanzas en el conocimiento de él, de tus ansias por estar a su lado, de tu miedo a precisamente lo mismo, de tu ceguera a sus defectos (esas arañas, abejas, hormigas), de en realidad lo poco que te importa, tan poco como las circunstancias que te rodean (llámense familia, amigos o enemigos). Una fábula centrada en esas reacciones, cuya intensidad aumenta exponencialmente conforme avanzamos en experiencia, pero que, lamentablemente, en un movimiento parabólico de una inclinación más o menos abrupta terminará por disminuir, y nosotros las echaremos de menos. Incluso aunque se llegue a la unidad, con lo que supone de negación del cada uno.

Recuerdo con tanta añoranza como pavor esos dolores de estómago —mariposas, los cojones— la mañana antes de quedar con una chica que me gustase, las visitas repetidas al servicio y el insomnio de la noche anterior. No quiero verme otra vez en esas, pero sí deseo estar allí. Contradicción, como nuestros primeros sentimientos.

Eso sí ¿Y la moraleja? No la hay. Afortunadamente.

Información de la contraportada:

“Conocido por ser uno de los autores más importantes del bizarro, Carlton Mellick III vuelve con una retorcida e inquietante historia cautelar sobre el primer amor de adolescencia.

¿Qué harías si a la chica que te gusta le explotase la cara cuando se emociona? Ethan está enamorado de la rara de clase, a la que se le pasean arañas por el pelo, no se puede estar quieta ni un momento y habla con voz gritona. Esa a la que todos llaman Telaraña.

Aunque a todo el mundo le da repelús, Ethan piensa que Telaraña es la chica perfecta. Pero hay un problema: cada vez que tienen una cita en la heladería, le explota la puta cara. No sabe por qué, cuando ella se emociona, le sube la presión debajo de la piel y termina reventando. Debido a la detonación paredes, mesas y helados quedan completamente perdidas de sangre y pedazos de su carne.

¿Cómo lidiará Ethan con la particular enfermedad de su novia? ¿Cómo lidiarías tú?”

 

Datos técnicos:

Every Time We Meet at the Dairy Queen, Your Whole Fucking Face Explodes.  Carlton Mellick III, 2016.

Editorial: Orciny Press, 2024.

Traductor: Hugo Camacho.

Ilustrador de portada: Marta Maldonado.

Rústica con solapas. 11,5 x 19 cms

Número de páginas: 136.

PVP: 16€.

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