Naturaleza muerta, de Emilio Bueso.



La verja se arranca a cantar como una ballena azul herida de muerte al abrirse de par en par, en cuanto cadena y candado lo permiten al fin

A partir de este momento, la portillera de Finca Elisa hace de bisagra liminar entre el pasado urbano de Clau (de “Claudia”, pero también de “llave” en catalán; qué buen nombre, carajo), abarrotado de estrés, ansiedad, fibromialgia, drogas psicoactivas —ilegales y legales—, divorcio y juergas inanes, y su futuro en la alquería: desintoxicación, alimentación ortoréxica, trabajo de sol a sol, porche de mecedora y cavaquinho, y gatos como única compañía. Atrás queda el coqueteo con la muerte, los otros, delante la vida, ella misma; o eso parece. Pero el fatum sobrevuela como un dron y se arrastra como un gusano por el pantano que domina, y abruma, la comunidad singular que vive en la zona. Ojo, esto no es un verano en la Toscana.

Salir al porche, sentarme en la mecedora. Llamar a Mao. Que me cure. Maullar a la luna, a la vía láctea, a la oscuridad del pantano. A la soledad.

Reconozco en Emilio Bueso al colega que te cuenta las verdades a la cara, lo peor que te pueda pasar sin regarlo de falsas esperanzas, palabras dulcíferas ni abracitos consolatorios. Sin anestesia, cervecita ni paliativos. Aséptico. Y eso acojona, digo si acojona. Hay terror puro en la descripción de los síntomas físicos y consecuencias psíquicas de los ataques de Claudia. Acojona, porque los sientes tuyo; los lectores se dividirán en dos: aquellos a los que le ha pasado y aquellos a los que le pasará. Su narración en primera persona, tan acer(t)ada, es un dardo en la diana: te pincha y chorreas sudor frío. Además de dejarte un veneno, las preguntas que te rondan: ¿y si yo sufriese lo mismo? ¿Lo viviría igual que ella? ¿Lo está viviendo ella? ¿Es la realidad o su mente trastornada?

De Claudia  a los paisanos. La sucesión de capítulos cortos, a modo de diario, entre los días y las noches, el sol y los fuegos fatuos, los gatos y los vecinos, las charlas y las reuniones, introduce al lector, sosias de Claudia, en la comunidad: pillarle el tranquillo a sus gentes, sortearlos como al terreno fangoso entre las fincas. Pero esto no es Bienvenidos al Norte

A ver, hay muchos lugares como este en el mundo, desde siempre; agujeros a los que nos marchamos los juguetes rotos del sistema para vivir una vida de mierda en vez de matarnos compitiendo con los demás.

… Porque se acerca la noche, y Emilio Bueso entra en ese mundo que nos dio a conocer tan bien en la parte final de Extraños Eones, en la de Esta noche caerá el cielo, donde sin que te des cuenta la brújula no responde, las coordenadas son distintas, los tiempos también, el tiempo pretérito de la Tierra es mucho más remoto y el futuro queda casi prefijado. Si antes se te decían las verdades a la cara, aquí se profetizan al cerbero, al consciente y al subconsciente. Porque cae la noche y el pantano se llena de sacerdotes kalashnikovianos, anguilas que harían las delicias del Alan Moore más palustre (gracias por esa cara B de “Ritos de primavera”), tempestades diluvianas y ragnaröks levantinos cíclicos.

Aquí todo es barro y descomposición. Naturaleza muerta. Allá donde miro, todo brilla con la luz de los fuegos fatuos.

No sé si les he metido el gusanillo (perdón) en el cuerpo, pero lean a Emilio Bueso. No se parece a nadie en su escritura. Alabemos a los dioses. Y si no has leído nada de él y te encuentras con Naturaleza Muerta en la librería, pasa de la portada y la frase promocional, que no te eche para atrás; cógelo, empieza a leer la primera página y cuando lo hayas soltado, te encontrarás en la caja, sacando dinero y diciendo: “quédese con la vuelta, no lo envuelva, me lo llevo puesto”.

Información de la solapa:

Para Claudia, ingeniera agrónoma de cuarenta y tantos años, el divorcio fue el primer paso para mudarse a una aislada casa en la ladera de un pantano valenciano. Allí solo pretende vivir tranquilamente: olvidarse del mundo, trabajar lo mínimo posible, cuidar el huerto y dejar, por fin la larga lista de fármacos a los que la han abocado el matrimonio y la fibromialgia. Es un plan sin fisuras… Pero a medida que pasan los días y se le acaban las pastillas, mientras conoce a los extraños vecinos y los gatos vigilan el pantano, le sobrevienen unas pesadillas perturbadoras. Algo raro ocurre por las noches, cuando se levanta la niebla y empiezan a bailar, como si fuera un ritual sobre el agua, las luciérnagas y los fuegos fatuos. Y es que las luces más preciosas pueden esconder los orígenes más oscuros.

Datos técnicos:

Naturaleza muerta. Emilio Bueso, febrero 2024.

Editorial: Ediciones B. Colección La Trama

Diseño de portada: Penguin Random House Grupo Editorial (a partir de una fotografía de Nick Skerten / Trevillion Images y iStockphoto).

Tapa blanda.

Páginas: 397.

Comentarios

Entradas populares