El Ser, de Lin Carbajales


Frente al instituto donde estudié estaba la librería Palma, de Marisa, donde yo iba a hacer fotocopias, mi madre a comprar el Pronto y el Teleprograma, y mi padre los bolsilibros de Marcial Lafuente Estefanía (aunque él los llamaba directamente novelas, de tal manera que para mí novelas eran sólo esas, lo demás simplemente eran libros). Ni que decir tiene que desde pequeño estuve tan puesto en la crónica rosa como en los programas televisivos o en lo que ocurría al oeste del Pecos. No tardaron en llegar los de terror, que, para mí, como para muchos otros, siempre tendrán un único nombre, el de Ada Coretti.

De repente pasan más de treinta años y vuelven a mí todas las sensaciones y sentimientos del bolsilibro. El Ser, de Lin Carbajales, publicada por Dimensiones Ocultas, ha sido el delorean que lo ha posibilitado. Tiene todas las características que me hicieron amar —«fagocitar», sería un término más en consonancia con El Ser— este tipo de literatura: lo consigue ya desde su portada, que actualiza la esencia de aquellas otras manteniendo la inspiración cromática y disposición de elementos (bravo por Ingrid Gala, gran elección de la editorial); lo confirma su frenesí en la concatenación de acontecimientos y en los diálogos, realzada la sensación por la brevedad descriptiva; y, por último, lo culmina la abundancia de escenas impactantes. Aún más, toma de los bolsilibros incluso el abuso de la adjetivación delante de sustantivos.

Todo ello deriva en una lectura rápida, adictiva, que te lleva a leer —devorar— el libro en una sentada o dos. En esas horas desaparece todo tu alrededor y, cuando lo terminas, te extrañas de que no estés cubierto de sangre o de que no te falte algún miembro (el sudor y las feromonas sí que han hecho su aparición).

Hago un inciso aquí para mencionar con especial énfasis la escena de la transformación, mi favorita de toda la novela, epítome del bolsilibro de terror, y digna de haber sido llevada a escena en Un hombre lobo americano en Londres (1981).

Pero le despertaban algo malo dentro. O, más que malo, era fuerte. Parecía que le fuera a arrancar las costillas y destrozar el estómago, abriéndose paso desde el interior. A sacarle los ojos y los dientes desde una explosión, para surgir de los huecos y respirar el aire nocturno.

Eso sí, hay en El Ser algo que no se veía en los bolsilibros —por supuesto, además del sexo (en eso también tuvo culpa mi padre, aunque sin que él lo supiera, y sus novelitas gráficas para adultos italianas con las que se había consolado en sus tiempos de emigrante en Suiza)— y que me parece el gran acierto de Lin Carbajales, además de estar presente en todo el libro y ser clave en su final, consonante con todo el resto. Me refiero a la expresión de los impulsos, del deseo, de la esencia que no puede esconderse, de lo ontológico (¡qué bueno, por tanto, el título de El Ser!), lo inevitable, lo que no puede no ser. La dualidad de Daniel Moore, que ya se adelanta en la primera frase, nabokoviana, del libro (“Daniel Moore era Déniel en Estados Unidos, Daniel en España y Dani cuando lo llamaba su madre” —porque para las madres somos diferentes de lo que somos para el resto, incluso para nosotros mismos—), y que es realzada por su bisexualidad, es en realidad una unidad que ha de ser necesariamente aceptad. Deviniendo en un dr. Jeckyll y mr. Hyde de los bosques asturianos, Daniel no puede separarse del Ser. En ese aspecto, el final —bravo, Carbajales— es un triunfo absoluto de la identidad.

Nosotros conectamos de forma auténtica con la naturaleza, que subyace en el propio espíritu.

Cierro el libro y, de pronto, tengo otra vez trece años. Son las 00.45, la noche es calurosa, como corresponde a agosto, mi hermano mayor duerme en la litera de arriba y mañana no tengo otra cosa que hacer que despertarme tarde, comer e irme a la playa de Getares con mis colegas. Me duermo feliz. Esto no está pagado. Gracias, Lin Carbajales.

PS: a las 7:00, suena el despertador. Termina la ilusión, es junio y tengo que ir a trabajar.


Información de la contraportada:

"UN BOLSILIBRO MALIGNO, ESCALOFRIANTE Y REPULSIVO, RESCATADO DEL OLVIDO.

Daniel Moore, traumatizado por la guerra de Vietnam y hostigado por inquietantes sueños sexuales, comienza su nueva vida en Langreo, Asturias. Allí conoce a Adelina, la seductora líder de una secta de los bosques, y a su fornido esposo Selmo, por quien Daniel siente una atracción inmediata. El pagano rito iniciático que celebran, tiene, esta vez, un efecto imprevisto por todos, excepto por la oscura diosa Shub-Niggurath. Ahora, sobre la población inocente de Langreo se cierne la sombra de EL SER: animal asesino, criatura sobrenatural y, sobre todo, un monstruo sanguinario, desmesuradamente violento y cruel.

EL SER es un relato perturbador por su mera existencia. Solo puede atraer a aquellas pobres mentes enfermas interesadas en leer acerca de HORRIBLES DESMEMBRAMIENTOS, ANTROPOFAGIA MASIVA y DEPRAVACIÓN BISEXUAL. LEER CON EXTREMA CAUTELA.

«Tan cercana a Poppy Z. Brite o Hailey Piper como novedosa por su acercamiento al horror. Sangrienta, oscura y depravada: nun táis preparaos.» - Luis J. Zapico, bloguero asturiano."

 

Datos técnicos:

El Ser. Lin Carbajales. Mayo 2024.

Editorial: Dimensiones Ocultas.

Ilustrador de la portada: Ingrid Gala.

Diseñador de la portada: Álex Castillo.

Tapa blanda. 15 x 21 cms

Número de páginas: 158.

PVP: 18.


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