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La cinta Duncan, de Todd Keisling.

  El suicidio acojona. Es el verdadero terror. Si no lo crees, mira los números y estadísticas de cada año por sexo, franja de edad o país, cómo van aumentando. Busca qué lugar ocupa entre las causas de muerte, pero investiga bien, y comprobarás cómo todo lo que sabías sobre él es poco y cómo, por mucho que no lo creas, el suicidio sigue siendo un tema tabú. Lo he vivido de cerca dos veces: amigo y familiar. Ya no es sólo lo que los hayas visto (o no) sufrir, lo que (pienses que) ellos hayan sentido durante tanto tiempo antes de llevarlo a cabo, además de lo que tu hayas podido hacer y no has hecho, tus renuencias verlo, pasar tiempo con él, a implicarte en su caso; cuesta, te salpica, te roba las energías; «ya iré a verle cuando mejore, cuando esté más tranquilo, con más ganas de hacer cosas», piensas y te justificas. No, no es únicamente eso, si piensas que podrías estar en su pellejo, en ese sufrimiento continuo, en esa habitación con una única salida, empezarás a notar las palpit

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